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domingo, 4 de julio de 2010
Campeón del Mundo en el 2014
Cuando Lionel Messi alce la Copa del Mundo en el histórico estadio Mario Filho, el domingo 13 de julio de 2014, habrá cumplido 27 años, y ya tendrá, en su palmarés personal, al menos dos Balones de Oro, y cientos de trofeos mayores y distinciones individuales y colectivas. Atrás habrán quedado memorables años con el FC Barcelona; pero amargos momentos con la Selección albiceleste: lo único en el Mundo que realmente lo desestabiliza, como persona y como jugador.
Leo Messi es el argentino más incomprendido de todos los tiempos. Como Cortázar o Borges, Messi es un exotismo puro. Cuando conviene, es nuestro; cuando no conviene, que se lo dejen en Europa. "Que no venga ni de vacaciones", proponían muchos, no hace poco. Empero, cada vez que Messi lleva los títulos al FC Barcelona imponiendo su exquisito sello rosarino, los argentinos llegan al Nirvana, pronunciando su nombre con gran orgullo.
Al ver las imágenes de Leo, al final del partido contra Alemania, llorando de ira e impotencia en el brazo de Maradona, reflexiono que --a contrapelo de su carácter-- Leo ya tiene autoridad moral, para rebelarse contra esa forma injusta en que se le ha tratado en su país; pero ante todo, de la forma ingratísima en que muchos argentinos juzgan a su propia Selección. Leo ha dado tanto a Argentina, que se ha transformado en casi todo lo que se le ha pedido, con tal de verlos felices. Han querido que sea Xavi, Iniesta, Tévez, Verón, y hasta Maradona; sin embargo, casi no lo han dejado ser... Messi.
Durante las eliminatorias a Sudáfrica, se afirmaban desatinos como que no sentía la camiseta, que ni se sabía el himno, etc; el mismo Diego se mostraba ambivalente con Leo, cuando era evidente que SU sistema era el que no servía. Pero llegó el Mundial, y en 90 minutos ante Nigeria, Leo puso al país y a Maradona a sus pies, y si extendemos más los minutos, llegamos a 270 de matrimonio perfecto. “Al fin es el del Barça, y lo tenemos para nosotros”, repetían los argentinos frotándose las manos, después de verlo comerse el Ellis Park. Hasta aquí, Leo era la encarnación de Maradona en la Tierra, aunque le faltara el gol, porque los goles de la primera fase del equipo los gestó su zurda milagrosa.
Pero llegó México, y Diego empezó a desplazar a Leo de la posición donde había rendido mejor; adicionalmente, le permutó --o le quitó-- la pareja, y él ya no pudo --o no supo-- bailar igual. Más que un futbolista común, Leo es un artista y se le debe respetar como tal. No es posible que el director cambie el libreto, porque está de malas con algún actor de reparto. Leo es el actor principal, el que hará grande o miserable la película, más aún cuando el papel del director es errático y azarozo. ¿Qué ocurrió realmente a partir del juego contra México?, ¿Por qué ese cambio tan insólito en el esquema de juego?, ¿Por qué rebobinamos el casete a los infortunados días de las eliminatorias? Nadie lo sabe, o muy pocos lo saben. El dulce matrimonio duró 270 minutos, o quizás menos...
Antes del partido contra México, Diego fue vehemente en que Leo debía permanecer en contacto invariable con la pelota, para ser feliz, y que merced a esa fórmula, el equipo saldría airoso: un discurso consecuente con el pensamiento de Pep Guardiola. Hasta acá, todo bien. Pero el esquema que Diego dibujó ante los aztecas, empezó a desvincular a Leo de la pelota y del área. Cuando Leo no ve el área y la meta, es un cubo de hielo en el desierto, un pez rebotando en la arena. Observemos los vídeos de los dos últimos partidos, para constatar que Leo nunca estuvo tan lejos del área, como en esos juegos. En los tres primeros encuentros del Mundial, aunque no convirtió goles, sirvió muchos, generó temor en las defensas, y disparó más que nadie; pero el quitarle la pelota y alejarlo del área, fue un suicidio para el equipo y un seguro de vida para los rivales.
En realidad, no sé de qué jugó Messi, no sé cuál es la función que le dio Maradona, si de armador o de delantero, afirmó Di Stefano en estos días. Y esta observación no solo es sabiduría de un hombre de 84 años!, es cosa irrebatible. Vicente del Bosque, ha afirmado: Dejando a un lado a los nuestros, me quedo con Messi (como el mejor del Mundial). En cada partido ha hecho veinte ocasiones de gol, es un fenómeno.... Nos hubiera gustado que fuera uno de los nuestros”, dijo. Ambas afirmaciones parecen contradictorias, pero en el fondo son complementarias. Es cierto que Maradona obró el milagro de que Leo jugara con la selección igual que en el Barcelona, aún no teniendo a su lado a sus compañeros habituales (Xavi e Iniesta); lo motivó muy bien, le dio preponderancia, lo colocó bien en la cancha y le dotó de un adecuado acompañamiento; pero como el inexperto jugador de ajedrez, que ve la batalla ganada antes de tiempo, y realiza un movimiento precipitado, de igual manera Diego se tiró raudo sobre el enemigo, sin percatarse que este era mucho más diestro de lo que él pensaba.
Pienso que Leo tiene que hurgar en sus entrañas, para sacar un poco de rebelión, y no solo hacer mohín o llorar ante los resultados nefastos de la albiceleste; llegó el momento en que debe dar un golpe de autoridad en la mesa, para que lo entiendan y escuchen. Que dejen de jugar con él, que dejen de utilizarlo!
Ahora bien, es posible que a Leo se le gastara pronto el combustible, o que su condición física no fuera la mejor --como advirtió Fernando Signorini antes del Mundial--, pero Diego ayudó a apretar el globo, en lugar de insuflarle aire. No puedo afirmar que su actitud fuera premeditada, porque sería como dispararse al pie; pero inconscientemente, Diego dejó a Leo divagar y perderse, y aún así, a pesar de todo, siempre fue el mejor de los veintidós jugadores, aunque Carlitos, Higuaín, Palermo, y ... Maradona se llevaran los flashes. Al menos, a Leo se le reconocía “su esfuerzo”.
Argentina vs Alemania fue el segundo tiempo del juego contra Bolivia
El partido de cuartos de final contra Alemania fue la prolongación del partido de las eliminatorias contra Bolivia. Ambos juegos representan 10 puñaladas en el corazón de Diego y en el de todos los argentinos... fue demasiada la humillación para la brillante historia de la albiceleste. El juego contra Bolivia lo vio medio planeta, aunque se jugara en La Paz; el juego contra Alemania lo vio planeta y medio. ¿Por qué una selección tan célebre como la Argentina, con dos títulos mundiales en su haber y con la rara fusión de tantos jugadores formidables, tiene que padecer semejantes afrentas, en momentos tan cruciales? Alguien tiene que dar el grito al cielo, para revertir esta denigrante travesía.
En Argentina, cada vez que se marcha un técnico --se van a cada rato--, se inicia un nuevo proceso, y en ese transitar, se tiran a la basura talentos enormes, como ahora ocurre con Messi y compañeros. El modelo español, no se puede implantar en Argentina, porque en la República de Gardel impera el modelo basado en el mito. Este es el que le han vendido a la gente y, por eso, cuando Messi no llega a ser como Diego se le van al cuerpo, y entre todos lo quieren abatir. Messi es el principal refugiado del mito maradoniano.
Que Leo no haya anotado un solo gol en el Mundial es consecuencia, y no la causa de nada. Servirá como anécdota para reforzar su leyenda. En el otoño del año 2050, cuando el portero nigeriano Vincent Enyeama cumpla 67 años, sentará a uno de sus nietos en sus rodillas y le hablará con orgullo de la noche memorable en que sus guantes evitaron --repetidamente-- que el mejor jugador del mundo vulnerara su meta, para deleite de los suyos y pesar de millones en la Tierra.
Primer mito derribado: Leo no es jugador de Selección, sino de Club.
Lionel nunca jugó tan perfectamente bien con la Selección Mayor como en la primera fase del Mundial de Sudáfrica. De hecho, sus actuaciones acapararon todos los titulares, tanto por el gran juego desplegado, como por la mala suerte --o mala puntería-- ante el arco rival. Fue tan brillante el juego de La Pulga, que por primera vez en la historia, se empezó a hablar de Messidependencia en la Selección. En consecuencia, resulta bochornoso escuchar a algunos opinando que Leo brilló solo ante equipos débiles; pero no olvidemos que con equipos aún más débiles, como Bolivia y Perú, la Selección hizo papelones, estando Leo en la cancha. Por lo tanto, no es un asunto de rival, sino de que Argentina ha perdido el rumbo ya hace rato. En el año anterior al Mundial, Argentina vivió 6 amargas derrotas, incluyendo el 6 a 0 ante Bolivia, y el 1 a 3 ante Brasil, en la ciudad natal de Lionel. En las 6 derrotas, Maradona fue el técnico de la albiceleste. En las 6 derrotas, Leo fue titular también.
Por lo general, el cúmulo de buenos o malos resultados de un equipo es una muestra diáfana de su destino final. Esas 6 derrotas de Argentina, son demasiadas comparadas con los resultados obtenidos por Holanda y España --los dos finalistas del Mundial. Desde el 6 de septiembre de 2008, cuando Holanda perdió un juego amistoso contra Australia, disputó 27 juegos (amistosos, eliminatorios y del campeonato del Mundo), y de esos 27 juegos, solo perdió uno (la final ante España, con marcador de un gol a cero). El caso de España es similar: desde el 24 de junio de 2009, cuando fue sorprendida por los Estados Unidos en los semifinales de la Copa Confederaciones, España acumuló 24 partidos, habiendo perdido uno solo (el 16 de junio contra Suiza, por un gol a cero). Es indiscutible que los equipos consistentes en largos períodos, son los que suelen llegar a las finales de los grandes torneos.
Messi tiene derecho a ser ... Messi
Ahora bien, ¿Por qué ese empecinamiento de embutir a Leo en el traje de Diego? Maradona solo hubo uno, y no habrá un jugador como él en ningún país del mundo. Reconozcamos entonces que Messi no es ni la cuarta parte de Maradona, y por ello, es válido afirmar también que Maradona no es ni la cuarta parte de Messi. Ambos son diferentes. Argentina y Diego deberían ver a Messi como un elegido para acompañarle en la historia, no su substituto ni su heredero. Y como no es ni lo uno ni lo otro, Messi tiene todo el derecho del mundo de ser diferente.
NO esperen de él que SIEMPRE quiera echarse el equipo al hombro --aunque a menudo lo haga--, que siempre quiera hacer todo solito de la media cancha hacia adelante, que arengue a sus compañeros como un general, que se dé de patadas rabiosas con sus rivales por defender al equipo, que se deje una barba montaraz, que se pinte el pelo de azul y rojo, que se ponga argollas, que les recuerde la madre a sus rivales cuando silvan el himno, que tenga un discurso como una espada, que mate por llevar la cinta de capitán. NO esperen eso de Messi. En cambio, pueden esperar gambetas mejores que las de Diego, pases de billarista, sacar petróleo de la nada, ser combativo y a la vez solidario, producir taquicardia en cada juego, tanto a sus rivales como a sus seguidores, y por sobre todo una seriedad y un respeto por el balón, como pocos ha habido. En eso reside su inmensidad. Acontece que la sombra de Diego es tan grande que procura tapar a Leo; pero Leo está construyendo su propia sombra, dejémoslo hacerlo. Permitamos que Leo sea Leo, y no Diego ni Messidona, ni Diego Armando Messi, ni Lionel Maradona, ni siquiera el Mesías. Cuando entendamos que ambos son y deben ser diferentes, la selección de Argentina empezará a construir un futuro promisorio.
En Barcelona lo entendieron hace mucho los dirigentes, los técnicos y también sus compañeros. Leo llegó para quedarse, y sus compañeros --aún los lideres con derecho de piso como Puyol, Iniesta y Xavi-- , entendieron que gran parte de la Gloria del equipo consiste en arropar a Leo, para que él les ayude a obtener los triunfos. Negocio redondo. En Argentina está pendiente el negocio redondo... si no sacan partido de ello, y se olvidan de comparaciones o de ganar títulos basados en el mito, habrán dejado ir la mas linda oportunidad de construir el equipo ganador de la próxima Copa del Mundo. El éxito del Mundial Juvenil de Holanda, y el de la Medalla de Oro en Pekín reside en que los que jugaron lo entendieron así, y todo salió a la perfección. Leo necesita de excelentes compañeros a su alrededor. Solo, se aburre, no tiene con quien hacer paredes y desplegar el juego único que le brota en forma natural. Leonardo Farinella, jefe de redacción del diario Olé, ha afirmado categóricamente y con gran preocupación, en su blog: El colmo es tener un Messi y dejarlo pasar, no ser dignos de tenerlo...
La individualidad argentina
Razonamiento aparte merecen sus compañeros del Barça, hoy flamantes campeones del Mundo. Estos tipos, aunque son grandiosas figuras en lo individual, además son joyas de lo colectivo. Es asimilable este equipo de España al de Argentina en 1978. Xavi es Ardiles, Iniesta es Larrosa, Villa es Kempes, Iker es Fillol, Puyol es Passarella. Me explico: grandiosos jugadores que todo el mundo recuerda, pero ninguno muy por encima del conjunto; todo lo contrario de México 86, con Diego a la cabeza. El modelo maradoniano es coherente con el de otros mitos y héroes argentinos como Gardel, Evita, el Che Guevara, Martín Fierro. Los argentinos se deleitan con las grandes figuras que le han dado gloria a la bandera del sol, y si no es este modelo, se aburren. Una encuesta de TNS-Gallup para LA NACION de Argentina (25 de setiembre de 2005) revela que los argentinos, en su gran mayoría (nada más ni nada menos que un 72%), se ven a sí mismos como individualistas. ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fiero y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina? profería Borges en 1946. Acá no estamos juzgando si esa cualidad es buena o es mala, tan solo expresamos que si el 72% de los argentinos se consideran a sí mismos como individualistas, es posible que ese sesgo se traslade también a todos los órdenes, incluyendo el deporte, y en consecuencia al fútbol. En virtud de ello, quizás es difícil volver a construir un verdadero equipo, mas no imposible.
Diferentes modelos.
Desde la tarde memorable del sábado 7 de marzo de 2001, cuando se enfundó por primera vez la camiseta del FC Barcelona, en un partido oficial del infantil B, Leo Messi vive inmerso en el modelo que llevó a España a obtener el Campeonato del Mundo. Desde los 13 años de edad, se ha nutrido de él, y combinando ese modelo con sus dotes únicas de genio, ha llegado a la Cima del Mundo, como jugador de fútbol. El modelo de la Argentina que acabamos de ver en Sudáfrica, más se asemeja al modelo del Real Madrid: cuando se nos acaba el juego de equipo, cerramos los ojos, y nos encomendamos a la capacidad de pegada, a la machada, a la épica, y en última instancia, a la suerte. A la Argentina, cuando se le acabó el juego de equipo --que fue muy poquito-- decidió encomendarse a la capacidad de pegada de los extraordinarios jugadores ofensivos, y eso duró poco; apenas alcanzó para doblegar a México, y ya no dio para derrotar a los teutones. Contra Alemania, realmente no hubo partido, o más bien el único par-ti-do fue Argentina, desde el minuto 2, con el sutil cabezazo de Müller. A partir de ese instante, la suerte estaba echada, y nada ni nadie iba a cambiar el destino de la Selección.
No sostengo que el modelo de la pegada impida alcanzar triunfos; de hecho, equipos como Italia han llegado a la cima basados en él, y el Real Madrid la conquistado muchos títulos así; pero poco a poco, este patrón ha ido perdiendo preponderancia.
Aún con los grandiosos jugadores que posee España, los argentinos son todavía mejores; pero hay una incuestionable diferencia, porque mientras la cosecha de un equipo es prodigiosa --España--, la del otro es deprimente. Lo que ocurre es que España dio un golpe de timón, se pusieron serios, y treinta años antes, marcaron en el calendario, y con marcador grueso, los años 2008 y 2010, pero poniendo bases firmes, con jugadores extraordinarios, y con objetivos claros y avalados por todas las partes.
José Emilio Santamaría, técnico de la selección española en el campeonato mundial de España (1982), ha comentado que después del fracaso de España en ese Mundial, se echaron las bases para construir un modelo que sirviera para llevar a la Furia Roja a lo más alto del panorama futbolístico mundial. En otras palabras, la copa que terminó de alzar Iker Casillas el 11 de julio en el Soccer City, se había empezado a levantar desde el pitazo final de España 82, cuando prácticamente no había nacido ninguno de estos jugadores que elevaron el máximo trofeo. España ha cocido un manjar a fuego lento. Muchos equipos --Argentina incluido-- pretende cocer el mismo manjar, con olla de presión, práctica que encierra dificultades técnicas y a veces resultados desastrosos.
En Argentina, no solo desean cocer a presión, sino además con un ingrediente secretísimo y especial que nadie conoce ni posee, tan solo ellos... convencidos, más que nadie, que la magia forma parte del acto de cocer. En este sentido, ellos conciben que la única manera de erigirse en Campeón del Mundo es gracias al deus ex machina, la ayuda divina o de un super héroe que les socorre, para alcanzar el gran objetivo. Desde la aparición de Maradona, no hay otro modelo que los subyugue, aun cuando ese modelo, dudosamente los podrá llevar de nuevo a obtener resultados favorables. País de memoria infame: se les olvida que Argentina fue Campeón del Mundo en 1978, con jugadores excepcionales que privilegiaban el equipo por encima de todo, y con la suerte de contar con un técnico serio y estudioso en el banquillo.
Maradona y su entorno.
Maradona y su entorno proyectan una imagen que en nada le conviene a Argentina. Argentina debe recuperar una imagen discreta, sobria, eficaz y eficiente. Nada de esto exhibe Maradona. Diego, a quien idolatré como jugador de fútbol y lo he sufrido en sus horas más bajas, es el epítome del caos. Desde niño aprendió a nadar en aguas turbulentas; si el entorno está sereno, él produce el caos, para que SU mundo tenga sentido. Sus exabruptos meten presión y hasta miedo en sus propios jugadores, porque la reacción del mundo contra Maradona, tarde o temprano, se vuelca contra ellos, que se muestran indefensos. Messi, no es que esté libre de pecado, pero no puede medrar en el caos, sino en el equilibrio. Tiene mucho que ver con su escuela futbolística, pero también con su carácter. Yo aprendí a apreciar el talento de Leo más que el de ningún otro, gracias al genio futbolístico de Maradona. Aun cuando el sacro discurso diga que solo se llega al Padre a través del Hijo, lo cierto es que, en mi caso, pude llegar al hijo a través del Padre.
Maradona fue el más grande genio del fútbol, pero debe terminar de entender, de una vez por todas, que emergió otro genio en su tierra, y que él se ha interpuesto en su camino: Messi quiere barrer, pero Maradona se le para en la escoba. Por otra parte, Maradona puede tener muy buenas intenciones, pero NO es un técnico. Puede ser un gran motivador y transmite el afecto como pocos, quiere ser una mezcla de aficionado, patriarca y jugador; pero no es un técnico. Su obsesión por figurar lo hace perder el rumbo. En las conferencias de prensa, cada gesto suyo está bien estudiado, cada ceja que sube o baja, su entonación de voz; él sabe que todo tendrá un impacto mediático, y utiliza todo ello para crear un efecto que lo beneficie. Los técnicos que juegan así, en las salas de conferencia o en los banquillos, no me convencen, porque su ego supera al espíritu del equipo. Y Maradona no está solo en ello: técnicos como José Mourinho y Bernd Schuster son del mismo tipo; pero al menos estos dos últimos son técnicos. Mourinho confiesa que sus objetivos como técnico son motivar, organizar y estructurar. Maradona cumple muy bien con el primero de estos objetivos, pero es débil en los otros, por falta de formación. No es su culpa, tiene un corazón más grande que el Obelisco; pero para ganar un título se requiere mucho más que eso.
Uno ve a técnicos como Joaquim Löw, Vicente del Bosque, Oscar Tabárez, Pep Guardiola, Marcelo Lippi, Carlos Bianchi; todos ellos destilan control y seriedad. Son monolíticos en sus prioridades, y, suelen dar el ejemplo quedándose de últimos en la fila. Desvían la atención hacia sus jugadores. Maradona, en cambio, se monta de primero en el tren; saca medio cuerpo y va introduciendo a sus jugadores uno a uno, para salir siempre de primero en el vídeo o en la foto. Uno ve a un entrenador como Del Bosque y constata que es un témpano, acepta entrevistas porque hay que hacerlo; pero no porque sea algo importante para él. Ese control externo lo traslada al terreno de juego, y sus jugadores saben que tomará decisiones acertadas. Algunas pueden parecer atrevidas o impopulares, pero terminan siendo acertadas. No ocurre lo mismo con las decisiones de Maradona; casi siempre son desconcertantes para sus jugadores, y lastimosamente, con frecuencia, benefician al rival.
El aporte decisivo de los jóvenes
No hubo espacio en la selección de Maradona para los talentos emergentes. Todos recordamos uno de los desperdicios mayores de la historia, en el mundial de Alemania 2006, cuando Pekerman decidió dejar a Messi en el banquillo, mientras los teutones tomaban el impulso necesario para apoderarse de la Semifinal, en sus propios dominios. En Sudáfrica, el cuerpo técnico argentino privilegió siempre la experiencia y la capacidad demostrada de los delanteros consolidados. Eso no está mal. Pero siempre es conveniente una bocanada de aire fresco, que desoriente al rival. Lo hicieron muy bien Alemania y España, y en parte por ello avanzaron mucho en Sudáfrica. Ambas selecciones recogieron excelentes frutos. Brasil y Argentina producen más talentos jóvenes que cualesquiera otros países del orbe, pero ni uno ni otro fueron capaces de exhibir con propiedad a ningún joven talento en Sudáfrica, tan solo una aparición tibia (y por cierto muy esperanzadora) de Javier Pastore, mediocampista del Palermo de Italia. Pedrito, Navas, Muller, Ozil, son ejemplos de jugadores jóvenes que aprovecharon su oportunidad y dieron brillo a sus selecciones. En esta tarea, Argentina quedó debiendo.
De todos modos, la próxima selección argentina será muy diferente a la que acabamos de ver: junto a la madurez de Mascherano, Higuaín, Tévez, Di Maria, el Kun y Messi, veremos grandes talentos empezar a descollar con la albiceleste, como el propio Pastore, Guillermo Burdisso, Eduardo Salvio, Sergio Araujo, Patricio Rodríguez, Ezequiel Ciriglilano, Ever Banega, Jesús Datolo, Mario Bolatti, Diego Buonanotte, Erik Lamela, Juan Manuel Iturbe, Pablo Piatti, Pezzella, y otros. A ellos, podrán sumarse uno o dos jugadores sorpresa de las selecciones sub20 o sub 17, como por ejemplo Mauro Icardi. No hay problema alguno con el talento; más bien asusta la cantidad y calidad de jugadores. El problema --repito-- es la capacidad de consolidar un equipo competitivo. Fue impresionante la forma en que se mostró Pastore en los pocos minutos que le dio Maradona, y la forma exquisita en que contactó con Lionel. Lastima que esos minutos, Maradona se los concedió en momentos intrascendentes del Mundial; a diferencia de Pedrito y Navas, que se pudieron lucir y aportar a su equipo, en momentos realmente decisivos. Otra notoria diferencia.
Leo no es nada sin Xavi y Xavi no es nada sin Leo
Esa falsedad que han propalado algunos necios de que Leo no es nada sin Xavi y sin Iniesta, carece de sentido. El Cuarteto de Liverpool --que compuso el catálogo musical más importante de la historia del pop rock-- nunca fue superado en su conjunto, porque el conjunto era mayor que las partes, aun cuando las partes luego desarrollaron carreras muy exitosas y respetables. Es similar acá: Xavi, Iniesta, Messi y todos los jugadores del Barcelona potencian enormemente su juego cuando están juntos; pero cuando no lo están, igual juegan estupendamente bien, claro que no igual. Eso es todo. Messi ha logrado triunfos soñados como el Mundial Juvenil y la Medalla de Oro en Pekin, sin requerir de la presencia de Xavi e Iniesta. Estos últimos ganaron la Copa del Mundo, sin requerir del concurso de Leo. Leo Messi es uno de los pocos jugares --es posible que sea el único-- capaz de ganar partidos prácticamente solo; pero jamás desperdicia un precioso pase de Xavi, o una internada de Iniesta. De igual manera, estos saben que su juego tiene sentido cuando sus jugadas las culmina Leo, o cualquiera otro de sus grandiosos compañeros. Ellos saben que aprovechando el talento del otro, se hacen mejores a sí mismos y a sus compañeros. Por eso es entendible que Leo quiera propiciar la llegada al Barcelona de sus compatriotras Mascherano y Pastore. Sabe que un juego habitual con ellos, redundará en beneficio para la albiceleste.
Recuperar la Identidad... o crearla
La selección que obtiene el Titulo, casi siempre es un conjunto equilibrado en lo deportivo y extradeportivo. Deportivo: equilibrio en defensa, en ataque y con una media cancha perfectamente engrasada; pero ante todo con un técnico que sabe conducir al equipo, y al cual todos admiran y respetan. Extradeportivo: armonía en todos los frentes externos, dirigenciales, logísticos, así como una sana relación con la prensa, y por supuesto con la afición. Cuando todo esto se ensambla, surgen campeones de la talla de Italia, Francia, Alemania, España, Brasil, y la Argentina de 1978. Lo esencial del fútbol, desde su creación hasta el partido final de Sudáfrica, no ha cambiado absolutamente en nada: tener la pelota el mayor tiempo posible, y gracias a ello, meter más goles que el rival. Los equipos ganadores viven esta máxima de oro a plenitud. Sin embargo, hay equipos que suelen ganar con otra estrategia, menos ortodoxa y más enlodada, pero que también rinde frutos: le ofrecen la pelota al rival, pero controlan sus piezas vitales hasta cansarlas, y luego dan el zarpazo -- ej. la selección de Italia o el Inter de Mourinho. Pero la mayoría de los equipos ganan utilizando la máxima de oro. Argentina, si quiere volver a triunfar, debe volver por la máxima de oro. Muy simple, ¿verdad? ...
Empezar de cero.
La Selección de Argentina, primero necesita tener claro un rumbo. Es patente que el barco carece de un Capitán que entienda la ruta (no que la intuya), que sepa leer bien los mapas y usar los instrumentos de navegación, avisorar las tempestades, y por encima de todo, trazar, en su mente, un plan claro, definido y avalado por todas las partes, para conducir la nave a puerto. Grondona y Maradona quedaron debiendo. Con ellos, se ha nadado mucho, para morir ahogados en la orilla. Si se repite la fórmula una vez más, solo tendremos un técnico con un poco más de experiencia y con su incontestable capacidad de motivar; pero de nuevo, su formación quedará en deuda, y tarde o temprano se repetirá el ciclo. La serpiente volverá a morder su cola. Es mejor hacer borrón y cuenta nueva.
Lionel Messi, en otra notable diferencia con Maradona, habla poquito y en voz baja; pero eso no le impide expresar frases claras y con mucho sentido. Sus primeras palabras después del Mundial, cuando ya se le había pasado un poco la tempestad interna, dijo a los medios: tenemos que comenzar desde el principio... Muy malo sería que no le entendieran lo que quiso decir.
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