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domingo, 17 de octubre de 2010
¿PARA QUÉ TRACTORES SIN VIOLINES?
Uno ve a Leo Messi en el terreno de juego y, sin querer, uno comprende el significado y alcance de la fibra óptica. Es tanto el vértigo que produce su juego que uno queda en verdadero estado de shock, pues nos provoca una especie de Síndrome de Stendhal. Imaginen lo que deben de sentir las defensas rivales cuando la Pulga está inspirada y realiza sus acostumbrados destrozos... u obras de arte, qué se yo?...
Sabemos que Leo marcará --ya está marcando-- una época. El sabe que el presente es suyo y por eso le saca enorme provecho. El fútbol es como una mariposa: bello pero efímero. Aunque ahora el fútbol de Messi nos subyuga, llegará el tiempo del reposo, del adiós al rectángulo verde. Y eso ocurrirá pronto, digamos en alrededor de 10 años. Parece lejano, pero el tiempo vuela, vuela. Por eso, es muy entendible que Leo no deje pasar la ocasión de prestar su imagen para campañas comerciales de las más grandes empresas del mundo (deportivas, de espectáculos, de la moda, etc). Es tan abrumadora su imagen mediática que todas las grandes firmas quieren sacar provecho de ella. Leo sabe que aunque el futbol le reporte millones de euros, y él está en la la cresta de la ola, ésta puede durar poco. Así que aprovecha sus minutos para afirmar su fortuna que bien la merece, porque cada euro que gana es producto de su talento y de su trabajo.
Sin embargo, Leo Messi no es un chico banal. Nunca lo ha sido. Su principal característica fuera de las canchas siempre ha sido la prudencia, la humildad, la sencillez y un carácter tímido como pocos. Aunque le encanta el contacto con la gente, sé que él prefiere huirle a las cámaras, a las entrevistas, a los flashes.
Una muestra evidente de ello lo vivimos la semana anterior. El lunes 11 de octubre se anunció que la firma de diseño Italiana Dolce & Gabbana había firmado a Leo Messi, para promocionar sus exclusivas prendas. Pero Leo no quiere que su imagen solo se vea proyectada como si se tratara de un mercader de la moda, un icono mediático de las pasarellas o algo por el estilo. Y como respuesta a esta actividad, el día 14, inauguró una zona de juegos infantiles en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. El parque, con una superficie de 324 m2, ha sido bautizado con el nombre de la Fundación Leo Messi, por medio de la cual ha sido posible realizar el proyecto y la actividad. Al respecto, Leo comentó que "Un día, después de una visita a los niños ingresados en el Hospital Vall d'Hebron, entendí la dimensión especial de una figura pública... Estás ahí y consigues que te regalen su sonrisa y para ellos es una alegría especial, porque tienen más ganas de seguir luchando, porque creen realmente que superarán la enfermedad y que perseguirán sus sueños".
Es esta actitud de Leo Messi la que seduce más de su persona. Estoy convencido de que ya el mundo del fútbol no será el mismo desde la irrupción de Leo Messi, quien ha venido para construir una leyenda y ocupar un sitial de honor entre los más grandes futbolistas de la historia. Sin embargo, su jugada, su gol más memorable, la constituye la sonrisa de estos niños hospitalizados en Barcelona o los niños sin hogar en Haití. Esas miradas de estos chicos valen más que toda la colección Dolce Gabanna, las botas más modernas y sofisticadas de Adidas, y mucho más que una Champions League o un trofeo de Campeón del Mundo. Leo lo sabe, lo entiende perfectamente bien y se esmera en proyectarlo. Desde acá, todo nuestro apoyo a la gestión humanitaria de la Fundación Leo Messi, y a la gestión de Leo como como Embajador Internacional de UNICEF.
Esta actitud balanceada de Leo de aprovechar al máximo su tiempo, de ser el mejor jugador del planeta, y sin embargo no volver nunca la mirada a las injusticias o las carencias humanas, especialmente de los niños, me hace recordar la célebre frase “¿para qué tractores sin violines?”, que pronunció el expresidente de Costa Rica don Pepe Figueres, el 26 de julio de 1972, durante su tercer mandato, y en ocasión de la entrega de instrumentos musicales para la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica. Don Pepe, con su estilo único, al entregar los instrumentos musicales hizo recordar a todos los presentes y al país en general que de poco valen los esfuerzos en infraestructura si no cultivamos el espíritu, si nos olvidamos de que el ser humano es una amalgama perfecta de lo material y lo espiritual. ¿Para qué la moda, para qué la gloria del futbol, si ellas no contribuyen en brindar afecto, compañía y un trozo de pan a un niño?
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