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Foto: por DagMX en DeviantArt, utilizada con fines ilustrativos. |
Al árbol de tu familia, hoy le ha nacido una ramita, un pequeño brotecito. Yo, que soy un enfermo del fùtbol y tan apasionado de éste como de la genealogía, ya cumplí la tarea de agregarte al albero genealógico de la familia Messi...
Los hijos de los genios la tienen difícil, querido Thiago, y obviamente vos no serás la excepción. No lo digo por asustarte, criaturita. En todo caso, para advertirte simplemente. Te explicaré, en breve, en dónde reside la dificultad.
Tu misión en esta vida no será convertirte en futbolista ni mucho menos emular a tu papá, porque es una tarea imposible; pero en cambio, te será dada una misión también difícil: hacer felices a tus padres y encontrar tu propia ruta. Al final, como buenos padres, ellos siempre preferirán lo segundo que lo primero. Vienes, querido Thiago, a un hogar lleno de bienes materiales, pero cuya verdadera fortuna reside en el amor y la unión familiar. Tus tíos te querrán como hijo propio, y tus abuelos y bisabuelos ya están trastornados con tu llegada. Es verdad que tu familia se alteró con la fama que de pronto alcanzó a tu padre, y de paso a todos ellos. Pasaron de ser una familia promedio (y anónima), en Rosario, a una de las familias más famosas en el orbe. Pero nunca renunciaron a ser una prole unida, ni tampoco desistieron de los asados en su finca, ni a los paseos en bicicleta, ni a caminar en sandalias por las aceras empolvadas de la calle Estado de Israel. En tu hogar se considera más importante una milanesa hecha por tu abuelita Celia que un yate, un Rolex o una suite de lujo en Montecarlo.
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Foto: LeoMessiFansClub/Canchallena |
Quizás una vida plena de comodidades hace que los hijos de padres ricos y famosos no tengan el ambiente propicio para la lucha. Debajo de abrojos y guijarros, muchas veces se abren paso las semillas más fuertes; en contraste, demasiada tela mullida hace que un ligero piquete de insecto te lleve al hospital. De niño, tu padre no tuvo privaciones de alimento, no pasó hambres ni tuvo grandes necesidades materiales; pero sus tropiezos no se asemejan a los de los niños comunes. Por una enfermedad, tu papá no podía crecer, y de no ser por los ángeles que vinieron en su ayuda, se habría quedado tan chiquito que nunca habría podido jugar al fútbol profesionalmente, y hoy sería, acaso, un burócrata en Bs Aires. Él solo, cada noche, se inyectaba las piernitas con una medicina, para poder crecer. Estas adversidades, combinadas con las burlas de los chicos grandes le dotaron de un carácter ganador como el de pocos. Es verdad que era introvertido, pero al ponerse el traje de futbolista y tocar el balón, se transformaba en el alfa y el omega del equipo, y del juego mismo. Efectivamente, cuando tu padre metía el último gol del partidito, y el árbitro pitaba el final, el planeta se sumía --y aun se sume-- en las tinieblas...
Un error que cometemos muchos padres --y ojalá que los tuyos no lo hagan con vos o con tus futuros hermanos-- es luchar denodadamente para que nuestros hijos no padezcan las privaciones de nosotros; pero erróneamente, tampoco les permitimos tener algún grado de privación o de adversidad. Ese es EL error. Dicho acto les impide a los hijos tener agallas para superarse.
Thiago, te quiero contar que a Leo, le tengo el afecto de un padre a un hijo, aunque no lo conozco; en consecuencia, para mí venís a ser algo así como un nieto. Porque edad para ello tengo, pese a ser un tanto más joven que tus abuelitos.
A Leo tan solo lo he visto de lejos, como a 100 metros de mí. Aunque aquella fue una experiencia amarga, de la cual ni quiero ni debo hablar ahora. Sigo su huella deportiva desde el Mundial de Holanda en el 2005, cuando casi nadie sabía quién era él --ni siquiera el Kun!--, y los periodistas se preguntaban unos a otros cómo se escribía su nombre. Parecía como si una autoridad superior argentina hubiera llamado al despistado técnico Pancho Ferraro para recordarle que había un jugador, con edad propicia, en Barcelona: ¨llevá a este pibe, porque la va a romper¨... y Ferraro, obstinado como es, habrá pensado: ¨lo llevo, pero de suplente¨, y así fue, hasta que tu papa le enseñó a Ferraro su primera gran lección de fútbol. Una lección que ni Ferraro ni nosotros olvidaremos jamás. Por esto y mucho más --¡al diablo la modestia hoy!-- me considero un veterano, uno de los alumnos más antiguos de la grandiosa cátedra que nos imparte tu padre todas las semanas, tanto a sus admiradores como a sus rivales.
Thiago, aunque naciste en Barcelona y sos catalán y español, también sos argentino por los cuatro costados, y muy pronto emprenderás, con tus papás, un viaje a la tierra en que ellos nacieron. Debes saber, sin embargo, que el verdadero viaje inicial de tu familia a América, se inició aquel memorable domingo 11 de junio de 1893, cuando tu semilla llegó, en vapor, procedente de Italia, y se afincó en Bajo Hondo, Santa Fe (1). Vos serás el primer Messi nacido en Europa, que viaja a Argentina, desde el viaje trasatlántico de Ángelo y María.
Y ese será un periplo maravilloso, porque seguramente en Rosario y en toda la Argentina te recibirán como héroe, tanto que terminarás molesto y llorando, para deleite de fotógrafos y periodistas. Pero conforme a la tradición de los Messi, serás presentado y conocido en la intimidad de los amigos, parientes y vecinos. Te llevarán donde las maestras de escuela de Leo y Antonella, y te tomarán una foto junto al "Palo Borracho"; también a donde los amigos de las tiendas, que querrán regalarte una chupeta o un dulce; a la casa de las vecinas, que te arrullarán en sus fragantes cocinas; y con el tiempo, tus primos --hijos de tu tío Matías-- te llevarán volando en bicicleta por esas calles llenas de hospitalidad. Y en unos dos o tres años, Leo te enseñará los predios donde jugaba de niño con sus hermanos y amigos...
Finalmente, visitarás la casa de tus bisabuelos doña Rosa María y don Eusebio, en el barrio Las Heras. Sin decir palabra, en tropa, tus padres y abuelos llegarán a la tiendita de panes y facturas que atienden los Messi-Pérez. Doña Rosa, pese a su edad y a sus enfermedades, te alzará alborozada, mientras don Eusebio atiende un afortunado cliente, que no dará crédito a su suerte, de ser testigo de ese momento especial.
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Foto: PERFIL. |
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(1) Del artículo genealógico de Orozco S. y Messi L.: Las Raíces Italianas de Lionel Messi.